¡Qué más da si llegamos a la playa y el mar se ha ido!
Tu ilimitado optimismo y tus ganas de sonreir a la vida me enseñan tanto... mientras yo, cenizo como aquel cielo que estropeaba mi fantasía de ver el sol sobre tu piel, me lamentaba tú simplemente te pusiste a jugar en el primer charco que encontraste.
Y así aprendí una lección que debería saber desde la cuna: lo que necesitas para ser feliz es aprovechar lo que tienes y no lamentarte por lo que no ha ocurrido, es aprovechar las pequeñas oportunidades que está en tu mano conseguir y no quedarte quieto pensando en las grandes que, en realidad, nunca pasaron a tu alcance.
Y así, esta personita saltando en un charquito me dio una lección más grande que la vida.
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