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BRUJAS Y BRUJERÍAS…
“”Cuando hablamos de brujas y brujerías, seguramente recordamos el miedo que nos daba cuando éramos pequeños con sólo pensar en que existiesen de verdad.
De mayores, recordamos la escena del acto primero de Macbeth: Tres viejas arpías, horrendas, desdentadas y chismosas, lanzando maldiciones y conjuros alrededor de un caldero humeante donde se cuece un líquido maloliente y viscoso…
Esta es la historia que nos quieren hacer creer.

Sería interesante no olvidar que es una imagen infundida por la Iglesia, la gran enemiga de la brujería. Si pudiéramos ver por dentro algunos de los ‘conventículos’ brujeriles que funcionan hoy en día, posiblemente nos sorprenderíamos… y es que la brujería no ha muerto ni mucho menos, al contrario, goza de muy buena salud.
Los orígenes, -según los estudiosos- se remontan a tiempos prehistóricos, cuando el hombre veneraba el cielo, la luna, las estrellas, el sexo y los antepasados. Todo poseía un espíritu, un alma que podía ser benevolente u ostil, según las circunstancias. Dos grandes ideas o concepciones de la divinidad se hicieron comunes en todas las religiones, una de ellas sería la referente a la creación de Vida, la otra sería el miedo a la Muerte…
Éste miedo generó la necesidad de creer en una vida más allá de la muerte. El dios cornudo pintado en la cueva de Ariège de Francia, el Lug, de los celtas, el Pan griego, el Satanás de los cristianos, la Afrodita griega, la Asarte fenicia, la Mar frigia… la compañera del cornudo que se aparea con él para dar forma al mundo. Eros y Tánatos.
Durante el paleolítico, la figura del macho, predominó sobre la diosa, pues el hombre prefería matar a los animales que multiplicarse. Pero con el Neolítico, la mujer hasta entonces - una simple bestia de carga y de placer - empieza a cobrar importancia. La mujer descubre el secreto de la agricultura, el arte de tejer, de confeccionar cestos y vasijas, creando poco a poco una sociedad matriarcal que dura aproximadamente hasta el séptimo milenio antes de Cristo, cuando los hombres realizan una auténtica revolución cultural. Someten a las mujeres, y “casan” a las antiguas diosas con los nuevos dioses griegos… y el cornudo vuelve a reinar…
La historia nos cuenta que a partir del siglo XIII, la Iglesia condenó la brujería como delito de adoración del Diablo, quien de repente se convirtió en ‘director’ de Aquelarres, y conductor de Sabats. Es entonces cuando comienza la “Caza de brujas”, la caza de la angustia.
El Diablo cobró una fuerza inusitada en la vida de gentes acuciadas por todo tipo de problemas económicos, sociales, sanitarios y religiosos… El Demonio pasó a ser una realidad acechante. La tierra se convirtió en un campo de batalla entre las fuerzas del Bien (dirigidas por la Iglesia) y las del Mal (nutridas por un ejército de brujas y brujos adoradores del Maligno). Fue entonces y no antes, cuando se creó la idea de que las brujas se organizaban en una especie de Iglesia paralela, con Lucifer como Soberano, que trataba de acabar con el Papa, y el Poder de Cristo.
Las mujeres viejas y pobres fueron las principales víctimas de la histeria que se apoderó de la sociedad de principio de la Edad Moderna. Por su propia marginalidad social y clase, los inquisidores vieron en ellas presas fáciles y perfectas cabezas de turco para mostrar una sociedad desesperada. Acusar al vecino de brujería llegó a ser una forma rápida y eficaz para librarse de él.
El Papa Inocencio VIII, en 1.484, promulga una bula la “Sumis desiderantes”, en una especie de declaración de guerra abierta contra las brujas, que ‘instigadas por el maligno, enemigo de la Humanidad, asesinaban a niños en el vientre de la madre y se daban a los excesos’… Posiblemente la mención de las muertes de niños se refería a que una parte de las mujeres conocían el cuerpo femenino y eran las que practicaban los abortos, cuando se daban. Y en cuanto a los ‘excesos’… bueno… para la mentalidad de la época que un grupo de mujeres se reuniera por las noches para cantar y bailar -se cuenta que a veces bailaban desnudas- en fin, divertirse en una especie de comunidad femenina, no debía ser fácil de entender, porque lo que no se entendía o no se compartía, lo situaban muy rápidamente en la frontera de ‘excesivo’, y entrando en temas religiosos, se tachaba de inmoral y pecaminoso.
A partir de entonces se designan a dos inquisidores, (Kramer y Sprenger), encargados de perseguir esas ‘depravaciones’. Se abría la veda para perseguir a las brujas con todas sus consecuencias, recurriendo a las torturas con tal de lograr confesiones, volcando todas sus ‘armas’.
Cuando eran detenidos, los sometían a exhaustivos interrogatorios, cada vez con más crueldad y de forma terrible… En Centroeuropa se llegaron a exterminar pueblos enteros, en otros a casi todos, o dejaban a una sola persona. En Madrid se organizaban periódicamente en la Plaza Mayor, donde se levantada un tablado. En tales ‘espectáculos’ el público era muy numeroso.
A los acusados se les juzgaba desnudos, por si escondían algún hechizo entre sus ropas, les afeitaban todo el pelo de su cuerpo, porque al pelo se le atribuía la fuerza, se les ponía un Sambenito en la cabeza, y una coroza (una especie de mitra), lo sentaban en un taburete y ante la burla de todos confesaba y la pena era ejecutada de inmediato.
Los juicios que se llevaban a cabo por brujería, distaban mucho de ser ejemplo de justicia. Para la acusación bastaba la sospecha, no eran necesarias las pruebas. Era tan difícil probar la ‘inocencia’ de uno, que miles de mujeres fueron torturadas, quemadas en hogueras, y ahorcadas…probablemente por miedo, por rencillas personales con algún vecino, por la psicosis colectiva, por ser “raras” o por tener la mente demasiado abierta para la época que vivían, que las hizo sentirse y mostrarse más libres de los que sus contemporáneos estaban preparados para aceptar.
No podemos negar que la brujería y la magia, hasta nuestros días forma parte de muchas culturas, pero sin dejar de lado la realidad que hubo, y hay personas que la practican y creen en ella. Este tema será digno de estudio durante toda la vida, por tantos tópicos que forman parte de su historia””.

Desde pequeña me han fascinado las historias de brujas y brujerías, aunque me daban mucho miedo… era una especie de ‘morbo infantil’. Tal vez fuera porque mi padre me llamaba su brujita. Muchos años después un amigo mío, también me ha llamado bruja… No lo soy, os lo aseguro, aunque me hubiera gustado mucho ser una brujita de las buenas.

Leí el fabuloso libro de Humberto Eco “El nombre de la rosa”, -me fascinó, donde retratan a la perfección la historia de la persecución de las brujas y el horror que fue la Inquisición. Luego hicieron una película extraordinaria muy fiel al argumento del libro, igualmente fascinante… Me gusta mucho leer sobre estas historias, y creo que siempre me gustará.

Abrazos de la bruja buena,
Adela

1 comment

Adela, la sevillana said:

Es cierto Maat....

GRACIAS
8 years ago ( translate )