Uno de los recursos más divertidos usar en fotografía es el de los reflejos. No cuestan mucho y normalmente dan muchísimo juego.
Lo complicado, de hecho, es dar con un poco de agua lo suficientemente parada como para que se convierta en un espejo. Yesmi y yo no tuvimos esa suerte ya que una pequeña brisita se empeñaba en emborronar la foto.
Aquí también tengo que darle el crédito a ella, que se tenía que quedar muy quietecita, a pesar de no ser una postura cómoda, hasta que las pequeñas ondas que surgían de sus movimientos más pequeños, se atenuaban y desaparecían.
Por si no os parece gran cosa, hice bastantes disparos para conseguir este. Cualquiera de nosotros aún tendría agujetas.
No me extraña que la haya elegido como foto de perfil.
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