Cuando estuvieron en mi casa de Jerez, mis hermanos Luis y su esposa Raquel, ella me preguntó: Adela, ¿Qué ha pasado con las inmensas fortunas en Andalucía?, ¿Cómo es que están tan arruinados?...
Le contesté: Raquelita, creo que ha sido por culpa de los padres y por falta de previsión… dejando aparte las equivocadas gestiones de los gobiernos… porque las grandes fortunas las hicieron los abuelos de esos padres a base de mucho trabajo, o habiéndolas heredado, ya que muchos tuvieron la suerte de heredar grandes fortunas incluso títulos.
Luego, la siguiente generación, la de nuestros abuelos, siguieron trabajando después de la Guerra Civil, unos con más suerte que otros, pero trabajaron muy duro y las mantuvieron. Luego se dedicaron a tener hijos y más hijos – aquí en Andalucía había muchísimas familias súper-numerosas - y acostumbraron a esos hijos a vivir como reyes.
¿Qué pasó? Pues que esos hijos-ricos, se dedicaron a dilapidar esas fortunas, a base de gastar y derrochar sin pensar en el futuro y en el de los hijos que tenían. Ni siquiera se preocuparon de darles carreras… ¡Para qué, si eran ricos, que tontería eso de “estudiar”, si eres marques, o conde y tienes muchos latifundios que heredar!...
Otros como mi abuelo Morón en su época y más tarde mi padre, supieron vivir de acuerdo con las penosas dificultades del después de la guerra, y emigraron a América con toda su familia… Mi Padre, mi madre y nosotros ocho. Y no con la idea de hacer fortuna, sino para “salir adelante”, cosa que mi padre logró con muchos sacrificios pero con todos los honores y de lo que siempre estaremos orgullosísimos los hijos.
En mi generación, ni mis hermanos ni yo, heredamos grandes fortunas, pero Sí, saber vivir honradamente y enseñar a nuestros hijos a valerse por sí mismos dándoles la mejor educación posible. Por eso nuestros hijos son como son, trabajadores, leales, buenos y honrados… ¿Se puede pedir más?
Raquel me abrazó y lo entendió. Lo entendió porque en su familia, su padre que tuvo enormes fincas en Ávila, las tuvo que ir vendiendo por la terrible enfermedad de riñón que sufrió, y como entonces no había Seguridad Social, tenían que ir dos veces semanales desde Ávila a Madrid para que le hicieran la diálisis, y en esas idas, venidas durante años y estancias en el hospital se gastaron todo el patrimonio familiar… Su padre murió y ellas, su madre y su hermana, se quedaron sin NADA, pero salieron adelante trabajando sin parar, para conseguir vivir y salir del terrible bache que sufrieron…
He encontrado un artículo que me ha parecido SENSACIONAL, de Fernando Sánchez Salinero, es digno de leerse y comentarlo entre todos…
La generación que construyó España
¿Quiénes son los pobres?
“Los nietos de los ricos”. (Aforismo castellano)
“Cuando analizas lo que ocurre en una empresa o una sociedad, debes buscar las causas que provocan su situación, porque sólo trabajando sobre las causas, puedes cambiar los efectos. Y no tengo ninguna duda de que una de las principales causas de la prosperidad que vivimos en los años pasados fue la actitud de la generación de nuestros padres, y una de las principales causas de la crisis, es haber perdido esa actitud.
Recuerdo que hace años, un empresario brillante que viajó a China para hacer negocios, me comentaba: “China va a ser imparable. Cuando llegas allí el ambiente te recuerda la España de los años 70. Todo el mundo quiere trabajar mucho, ahorrar, comprarse su casa, su coche, que sus hijos vayan a la universidad… Cuando una generación está así centrada, no hay quien la pare”
Este pensamiento me hizo reflexionar entonces y me ha vuelto a la memoria al contemplar a las tres generaciones que convivimos.
Mis padres tienen en torno a 70 años, y siempre han sido un ejemplo de trabajo, honradez, austeridad, previsión y generosidad. Pertenecen a una generación que, como dice mi padre, les tocó el peor cambio: de jóvenes trabajaron para sus padres y de casados para sus hijos.
Son gente que veían el trabajo como una oportunidad de progresar, como algo que les abría a un futuro mejor, y se entregaron a ello en condiciones muy difíciles. Son una generación que compraba las cosas cuando podía y del nivel que se podía permitir, que no pedía prestado más que por estricta necesidad, que pagaban sus facturas con celo, y ahorraban un poco “por si pasaba algo”, que gastaban en ropa y lujos lo que la prudencia les dictaba y se bañaban en ríos cercanos, disfrutando de tortillas de patata y embutidos, en domingos veraniegos de familia y amigos.
Y tan sensatos, prudentes y trabajadores fueron, que constituyeron casi todas las empresas que hoy conocemos, y que dan trabajo a la mayoría de los españoles.
Sabían que el esfuerzo tenía recompensa y la honradez formaba parte del patrimonio de cada familia. Se podía ser pobre, pero nunca dejar de ser honrado.
La democracia significaba libertad y posibilidades y seguir viviendo en armonía y respeto.
Y cometieron los dos peores errores imputables a esa generación:
1) “Que mis hijos no trabajen tanto como trabajé yo”.
…Nos cargamos la cultura del esfuerzo y del mérito de un plumazo, convirtiendo el trabajo en algo a evitar…
2) “Como tenemos unos ahorrillos, hijo, tu gasta, que para eso están tus padres”.
…Con lo que mi generación empezó a pensar que el dinero nacía en las cuentas corrientes de sus padres, que daban la impresión de ser inagotables y que los bancos eran unas fuentes inagotables de hipotecas, rehipotecas y contra rehipotecas…
Y entonces, eclosionó nuestra generación (yo soy del 67).
La generación de los nuevos ricos, la generación de “los pelotazos”, del gasto continuo, de la especulación, de la ingeniería financiera, de la exhibición del derroche, la de lo quiero todo y lo quiero ya, la de “papá dame”.
Y todos nos volvimos ricos (en apariencia), todos nos convertimos en gasto-horteras. ¿Conocéis a alguien que se atreva a comer un bocata de chorizo? Le corren a porrazos por paleto. Ahora hay que comer hamburguesas reconstruidas al aroma de los almendros al atardecer. ¿Y qué decir del vino? Pasamos del Don Simón con Casera, al Vega Sicilia sin fase de descompresión.
El vino ya no está “bueno”, ahora tiene matices a fruta del bosque, con un retrogusto alcohólico, que adolece de un cierto punto astringente, con demasiada presencia de roble…
Esto, por supuesto, a golpe de docenas de euros, que para ser un “enterao” hay que pasar por taquilla. ¡Y es que pocas cosas cuestan tanto, como ocultar la ignorancia!
Somos la generación de “endeudarse para demostrar que eres rico”.
Increíble pero cierto.
- ¿Sólo debes 500.000 €? Es que eres un cutre!. Mira, nosotros debemos ya 2.000.000 y nos están estudiando una operación por otros 2 más.
- Vosotros sí que sabéis sacar provecho al sistema… Ojalá yo algún día pueda deber esas cantidades. ¡Cuánto envidio tus préstamos!
En Alemania no daban abasto a fabricar Mercedes, Audis, BMW para los españoles.
Irrumpió Europa en nuestras vidas y llegó en forma de mega-infraestructuras que producían mega-comisiones para todos los involucrados.
Además llovían las subvenciones, nos daban una fortuna por plantar viñas y luego a los dos años otra fortuna por arrancarlas. Que llegaba un momento que no sabías si tenías que plantar o arrancar. A propósito, ¿Qué toca este año?
Si algún “tarao” dice que hay que parar esto, se le lapida y “que no pare la fiesta”. Por supuesto que todos estamos de acuerdo que esto es imposible que se sostenga, pero hay que empezar a recortar por el vecino, que lo mío son todos los derechos esculpidos en piedra en la sacrosanta constitución.
De la siguiente generación mejor no hablar (lo dejaré para otro post).
Esa es la generación que dice el aforismo que será pobre, por ser nieta de ricos.
Si somos incapaces de volver a los valores con los que se construye una sociedad sostenible, nos hundiremos, eso sí, cargados de reivindicaciones.
En mi casa siempre he tenido un ejemplo vivo de cordura, honradez y esfuerzo. Y no han sido menos felices que nosotros. Los psiquiatras, de hecho, dicen que al revés, que han sido bastante más. Debe ser que la sencilla tortilla, el melón fresquito, comprar el sofá cuando se podía, poner las cortinas cosidas por nuestra madre, con ayuda de la abuela, trabajar y echarle huevos para emprender (aunque no lo llamaban así), no debía ser mala receta…
Desde aquí quiero dar las gracias a mis padres y a toda esa generación que nos regalaron un país cojonudo, que nos hemos encargado de arruinar (entre todos, que todos hemos aplaudido la locura), y que sólo con que nos descuidemos un poquito más, le vamos a dejar a nuestros hijos un protectorado chino, donde serán unos esclavos endeudados y tendrán unas historias legendarias sobre la prosperidad que crearon sus abuelos, empeñaron sus padres y son incapaces de imaginar los nietos.
Estamos a tiempo de cambiarlo, pero cada vez tenemos menos.
Podemos encontrar maestros en casa”.
Blog de Fernando Sánchez Salinero
¡Bárbaro, verdad!!
Me parece “Cojonudo” lo que relata este señor, al que sinceramente aplaudo.
“Adiós mi España querida”, es la canción que fuimos cantando cuando emigramos a Venezuela, asomados a la popa del barco, hasta que no pudimos distinguir la costa española… ¡Y cómo nos dolió dejarla atrás!
Pero tuvimos la suerte de volver unos años después, gracias a Dios.
Y es que el hecho de vivir fuera de España, hace que aún la quieras más… Y no es uno de mis sueños, el que mejore la situación española, os lo aseguro… debe llegar a ser una REALIDAD!
Espero que os haya gustado a todos este interesante artículo del señor Sánchez Salinero, tanto como a mí.
Un gran abrazo de vuestra amiga,
Adela
India Martinez - Adios a España
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3 comments
Adela, la sevillana said:
Adela, la sevillana said:
Adela, la sevillana said: