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EL ORIGEN DE LOS ABANICOS, Y SU LENGUAJE…13-3-2016

¡Me encantan los abanicos!

La historia del abanico es muy bonita… como lo es su “lenguaje”, porque lo tiene. Según cómo te abaniques, quiere decir una cosa u otra…

ORÍGENES:

“”El origen de éste artefacto tan común y especial a la vez, es incierto y se pierde en el tiempo.
Se podría afirmar que se halla en épocas prehistóricas, cuando el hombre descubre el fuego y para avivar las brasas recurre a agitar el aire con algún objeto a modo de abanico. Hay conocimiento de que fueron empleados por egipcios, babilónicos, persas, griegos y romanos.

En Egipto, los abanicos eran de gran tamaño, fijos, de forma circular, de plumas y de largos mangos. Su función era doble: servían para dar aire y también espantaban insectos. Con el paso de los años, se fue convirtiendo en un objeto ornamental, indicativo del poder. Los griegos tenían abanicos de varias clases: el ‘miosoba’, el ‘ripis’ y el psigma; constituyendo para las mujeres atenienses el cetro de hermosura. Por su parte los romanos lo denominaban ‘flabelo’, recibiendo el nombre de ‘muscaria’ los que se utilizaban para espantar moscas.

En China, la tradición del abanico es milenaria, remontándose a tiempos del emperador Hsien Yuan, alrededor del año 2.697 a.C. Una leyenda atribuye su invención a la hija del mandarín Kan-Si, quien durante un baile de máscaras y para mitigar el calor, agitó su antifaz muy cerca de la cara para darse aire, realizando ésta operación con mucha rapidez para no dejar ver su rostro a los hombres presentes, gesto que fue imitado por otras mujeres que asistían a la fiesta.

El abanico también era conocido por incas y aztecas, pues entre los presentes de Moctezuma a Hernán Cortés figuraban seis abanicos de plumas. En España, entre los presentes de Colón a Isabel la Católica al regreso de su primer viaje a América, figura un abanico de plumas".

El abanico siempre ha sido un elegante complemento femenino, pero también ha servido para comunicarse…

El abanico tiene su “lenguaje especial” sus movimientos “hablan”, porque abanicándose se hacen “señas” con él. Se interpreta así:
ABANICARSE RÁPIDAMENTE.- “Te amo con intensidad”.

ABANICARSE DE FORMA PAUSADA,- Significa “Soy una señora casada y me eres indiferente”

SI SE ABRE Y SE CIERRA MUY DESPACIO.- Quiere decir: un “SÍ”. Pero si se abre y cierra rápidamente, significa ¡Cuidado, estoy comprometida!

CERRAR RÁPIDO.- Cerrarlo de forma rápida y airada, significa un “NO”.

DEJAR CAER EL ABANICO.- Significa “Te pertenezco”… Si el aire levanta los cabellos o se mueve el flequillo, significa que “piensa en ti y que no te olvida”

CONTAR LAS VARILLAS.- Si cuenta las varillas del abanico, o pasa los dedos por ellas, quiere decir, que quiere hablar contigo…

CUBRIRSE DEL SOL.- Significa que eres feo, y no le gustas.

APOYARLO SOBRE LAS MEJILLAS.- Si es en la mejilla derecha, significa “SÍ”. Sobre la mejilla izquierda, es “NO”.

PRESTAR EL ABANICO,- Si presta el abanico a su acompañante, malos presagios. Si se lo da a su madre, quiere decir “Te despido, se acabó”

DAR UN GOLPE.- Significa “impaciencia”

SUJETARLO CON LAS DOS MANOS.- Si sujeta el abanico abierto con las dos manos, significa “Es mejor que me olvides”.

CUBRIRSE LOS OJOS.- Si es con al abanico abierto, significa “Te quiero”, pero si se cubre el rostro, quiere decir: “¡cuidado, nos vigilan!”

PASARLO POR LOS OJOS.- si se pasa el abanico por los ojos, significa “lo siento”. Si cierra el abanico tocándose los ojos, quiere decir “¿Cuándo te puedo ver?”
ABRIR EL ABANICO Y MOSTRARLO.- significa, “Puedes esperarme”

CUBRIRSE LA CARA CON EL ABANICO ABIERTO.- QUIERE DECIR: “Sígueme cuando me vaya”

A MEDIO ABRIR.- Apoyar el abanico a medio abrir sobre los labios, quiere decir “Puedes besarme”

APOYAR LOS LABIOS.- si apoya los labios sobre el abanico, significa desconfianza, “No me fío”

PASARLO POR LA MEJILLA.- significa, “Soy casada”

DESLIZARLO POR LOS OJOS.- quiere decir, “Vete, por favor”

MANO IZQUIERDA.- llevarlo en la mano izquierda quiere decir: “deseo conocerte”. Moverlo con la mano izquierda, significa: “Nos observan”

MANO DERECHA.- llevarlo o moverlo con la mano derecha, significa “Amo a otro”

PASARLO DE UNA MANO A OTRA.- quiere decir: “estás flirteando con otra” o “eres un atrevido”

GIRARLO CON LA MANO DERECHA.- significa: “No me gustas”

TOCAR LA PALMA DE LA MANO.- QUIERE DECIR: “Estoy pensando, si te quiero o no”

SOBRE EL CORAZÓN.- apoyar el abanico abierto sobre el corazón o el pecho, quiere decir: “Te amo” o “Sufro por ti”

DARSE CON EL ABANICO EN LA MANO IZQUIERDA.- Un golpe en la mano izquierda con el abanico cerrado, significa “Ámame”

MIRAR LOS DIBUJOS DEL ABANICO.- Quiere decir: “Me gustas mucho”
BAJARLO A LA ALTURA DEL PECHO.- Significa: “Podemos ser amigos”

SALDRÉ.- Ponerse en el balcón con el abanico abierto, o salir al balcón
abanicándose. También entrar en el salón abanicándose…

NO SALDRÉ.- Dejarse el abanico cerrado en el balcón, salir al balcón con el abanico cerrado, o entrar en el salón con el abanico cerrado.

PRESERTAR EL ABANICO CERRADO.- SIGNIFICA “¿Me quieres?”

ARROJAR EL ABANICO.- Quiere decir: “Te odio” o “Adiós, de acabó”

APOYAR EL ABANICO SOBRE LA OREJA DERECHA.- “No reveles nuestro secreto”

SOBRE LA OREJA IZQUIERDA.- “Déjame en paz, no quiero saber nada de ti”

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¡Madre mía de mi alma!..... ¡Ay que ver todo lo que se puede decir con el “Lenguaje del abanico”!!
Las de veces que lo he usado y lo uso…. Jajajaja…. A saber si haciendo estos gestos que dicen aquí (que seguro los habré hecho miles de veces) no habré quedado como: Una déspota, o una coqueta, o habré quedado con un chico y luego he faltado a la cita… o me he insinuado, o sabe Dios cuantos disparates habré soltado con ese lenguaje… tan… tan… tan!... ¡Ay señor, que cosas! Jajajajjaaaa

De todas formas me parece muy interesante, porque de jovencita, veía a las señoras cincuentonas en la iglesia abanicarse de muchas maneras, y cuando le preguntaba a mi madre o a mi abuela, me contaban que además de echarse aire por el calor, transmitían mensajitos. Yo entonces no tenía ni idea de esos mensajitos a través de los abanicos, pero mira por donde es cierto.
(LO DE LOS ABANICOS, naturalmente lo he copiado, porque no lo sabía).

Pero os pongo una anécdota que tengo de Sevilla, con los calores del dichoso verano, que son tremebundos!

Una de las prendas más femeninas, es el abanico. En verano los uso mucho por el calor, como es natural y tengo una colección preciosa. Tengo hasta “Pericones”, esos abanicos enormes que cuando te abanicas te puedes coger un resfriado, pero que cuando hace tantísimo calor, se agradece ese aire fresco, que te hace revivir… lo agradece también quien tengas a tu lado.

Me acuerdo de un día muy caluroso en Sevilla estando en misa. Llevaba un pericón con el que me estaba abanicando y una señora sentada a mi lado se me arrimó diciéndome, échame un poquito a mí, por favor!, al momento un señor de mi otro lado, también se me fue arrimando disimuladamente, para que el aire del abanico le llegara… No pasó ni un minuto cuando sentí en mi nuca una respiración y una voz que me decía… ¡ay señora, se lo agradecemos!. Me volví y vi a dos señores casi pegando la barbilla a mis hombros, con verdadera cara de placer…
Como es natural abaniqué a troche y moche… mi mano era un torbellino en movimiento constante, y seguí así hasta que acabó la misa.

Recuerdo que era la Capilla de San José, una Iglesia Barroca, pequeña y preciosa que está en la Calle Sierpes, a la que acudía muchas veces para visitarla y recrearme en ella, porque es una maravilla. A la salida las cuatro personas a las que abaniqué, se me acercaron para darme las gracias. Como llevo más de un abanico en el bolso, por si se me pierden (despistadilla que soy), a la señora le regalé uno, pero a los señores, les dije: ¿No usan ustedes abanicos de caballeros?, me dijeron que eso era cosas de mujeres. No señor, les dije, también es cosa de hombres cuando hace tantísimo calor… mi abuelo sevillano los usa en verano. Son más pequeños y cerrados caben en el bolsillo superior de la chaqueta.
No lo sabían porque no eran de Sevilla…

Aunque era domingo, las tiendas de suvenir para los turistas, estaban abiertas, y les dije: ¿Me acompañan? Los dos accedieron, me agarré de sus brazos y los metí en una de esas tiendas. ¡Se quedaron asombrados y encantados, cuando vieron tantos abanicos de señoras y de caballeros. Empezaron a ver abanicos y a escogerlos, pero claro, no sabían abanicarse… y allí estaba yo, dándoles toda una clase (que ellos juzgaron magistral) de cómo se debían abanicar los hombres, ya que es distinto de cómo lo hacemos las mujeres. Estaban embobados con mi explicación, y lo más gracioso es que compraron un buen lote de abanicos, no solo de hombres, también de mujeres… Este para Lola, y este para Lucía y este para…. en fin para muchas… También me hizo gracia cuando dijeron y este de hombre, para mi hermano, que suda como un condenado, y este para fulano, y este otro para mengano…. Total, que se llevaron media tienda. Las dependientas estaban encantadas, y me regalaron uno precioso, pintado a mano que aún conservo.
Estos señores, cuando salimos de la tienda me invitaron a un aperitivo, que yo acepté encantada, porque eran agradabilísimos, y luego me dijeron ¿está casada?, porque nos gustaría que su marido y usted nos aceptasen la invitación de una comida… les dije que estaba ‘casadísima’ y que llamaría a mi marido a ver si aceptaba la invitación. Ricardo la aceptó, y nos fuimos los cuatro a comer al Puerto de Santa María, donde hay mar y se estaba mucho más fresquito que en la calurosa Sevilla.
La comida fue esplendida, y muy animada…

Desde entonces somos amigos entrañables los cuatro, además de sus mujeres, a las que invitamos a la Feria del año siguiente. Vinieron y disfrutaron muchísimo. Ninguno de los cuatro conocía la Feria de Sevilla, y ellas se cuidaron de aprender a bailar las sevillanas bastante bien.
¡Cómo me acuerdo de los calores sevillanos!

Recuerdo que mi abuelo, el Pintor, José Morón, los pintaba. A sus hijas y a sus nietas nos regalaba sus abanicos pintados cuando empezaba el calor… ¡Que preciosidad de abanicos! Aun conservo uno que he enmarcado para que nunca se me estropee.

¡Me encantan los abanicos!
Adela