Siempre me he preguntado por qué le llaman a Cádiz, “La tacita de Plata”. Que la llamen así, me parece precioso!
“Cuentan algunos que ese nombre se lo pusieron hace más de 200 años, por la ‘forma’ que tenía la ciudad entonces, y por tener sus casas encaladas, porque con el sol, daba la sensación de destellar. También por la limpieza de la ciudad, en aquella época...
También la llaman así, por la forma que tiene desde el cielo, que es un monte y que lleva allí desde hace mucho, mucho tiempo!
Cuentan, que antiguamente la gente salía a tomarse el café a la calle, con su mejor taza. Otros dicen que en realidad la llaman así porque está rodeada de mar, y el brillo del agua y sus casas encaladas de blanco, refulge como la plata – un metal blanquecino -. Por otro lado, según la historia, en la antigüedad existió un gran lago, el “Lacus Ligustrinus” que se desecó en época romana.
Quién sabe… quizás ya en esa época fuese una tacita plateada al reflejarse la luz en ese lago.
Es la luz de Cádiz. Eso es lo que emociona de golpe, y si llueve, porque llueve… que para eso está ante el Atlántico, si un rayo de sol se escapa de las nubes para dorar sus piedras, entonces se entiende casi todo. Es difícil comprender esa luz especial si no se ha estado en Cádiz, eso, hay que vivirlo allí...
Si a un andaluz se le pregunta cuál es la gente más abierta, más simpática, más amable, pero más allá de los tópicos de la “grasia”, no lo dudan: dicen que son los gaditanos. No se sabe por qué, pero es así. Cuando llegamos a Cádiz nos “jartamos de reír”. Será un virus o un gen raro?…
Ese pedazo de mar, el Atlántico, abierto al oleaje, y esa bahía calmosa como un beso, que inundó los ojos lacrimosos de Rafael Alberti, tal vez tengan algo que ver… y la luz, claro.
Quizás por eso los fenicios, que llegaron de Tiro, allá por el año 1.100 antes de Cristo, decidieron que aquél peñón varado entre dos aguas podría ser un lugar maravilloso para fundar una ciudad. Lo hicieron, la llamaron Gadir – (recinto cerrado) – aunque otros dicen que el fundador fue Hércules, quién sabe…
No se equivocaron. Hoy Cádiz sigue ahí, es la capital más meridional de Europa y la ciudad más antigua de Occidente.
Es una “Tacita de plata” que guarda las esencias de las grandes culturas de toda Europa.
De entrada, por decirlo así, para el forastero hay claramente dos Cádiz bien diferentes. Nada más cruzar el puente se cruza la bahía. Dejando unos fortines dieciochescos, se entra en la ciudad moderna, sin más interés que sus playas de la Victoria y de Santa María del Mar, con muchos y buenos bares de tapas.
El otro Cádiz, la ‘Tacita de plata’ se inicia en la Puerta de Tierra, al final de la gran avenida. La abre una muralla del siglo XVII y es uno de los monumentos emblemáticos de la ciudad, porque precisamente enlaza, las dos Cádiz.
Recorrer la ciudad es un regalo para la vista y los cinco sentidos, por su belleza, su antigüedad y su vieja pero fantástica historia”…
(Encontrado en la red)
*………*
Para mí, también es mi “Cái”, porque desde muy pequeñita, con nueve meses me llevaron en verano y aprendí a disfrutarla y quererla como a mi propia tierra, Sevilla.
A la playa de la Victoria, siempre la he llamado “mi playa del alma”, porque lo es… Allí, parte de mí está entre sus arenas, su mar, su sol, su embrujo, su arte y su “grasia”. Todo eso y mucho más, significa para mí la “Tacita de Plata”.
Todas las costas del litoral español, son preciosas, eso es indiscutible… pero hay una muy especial…y es la Bahía de Cádiz.
Cádiz de mis recuerdos, de mis cariños, de mis ilusiones y de tantas vivencias que viví allí, desde niña. Donde he tenido la suerte de veranear muchas veces disfrutando de su mar, de su arena, de su sol, de su luz y de su gracia gaditana… esa que derrocha su gente tan generosamente.
He recorrido toda la Bahía muchas veces. El Puerto de Santa María, Barbate, Conil, San Fernando, Roche, Trafalgar, Zahara de los Atunes, Los Caños de meca… en fin, todos esos puertos de mar que dan a la Bahía.
Siempre hicimos muchas excursiones por todos esos pueblos, nos hemos bañado en sus playas, y hemos comido su delicioso “pescaito frito”…en esos chiringuitos y Restaurantes que hay.
Recuerdo un viaje en barco, bordeando la costa, viendo todos esos pueblos y sus puertos… me quedaba extasiada contemplándolos casi sin pestañear, porque no me quería perder ni un instante el espectáculo tan bonito que tenía y la suerte de estar viéndolo. Algunos pueblos eran más bonitos que otros, pero todos me gustaban. Cada uno con un ‘encanto’ especial, pero todos tenían sabor, color y olor a mar.
Ahora ha cambiado mucho la costa de la Bahía, está más “moderna”, puede que más bonita, pero no como antes… Era una delicia ver esas casitas de pescadores tan típicas y llenas de historias, con los aparejos de pesca colgados en las puertas pintadas de azul añil en esas casas encaladas, tan blancas que destellaban… ¡Que bonitas eran!
En la playa de Cádiz, mi playa del alma, cuando era una chiquilla, me iba a pescar con amigos en sus barcas. No pescaba nada, porque no picaba ningún pez en mi caña… pero me divertía viendo a mis jóvenes amigos tan felices, cuando cobraban algunas sardinas o jureles. Luego las asábamos de noche en la misma playa en cortadura, donde hay una fortaleza o un castillo derruido… Encendíamos una candela, y esperábamos que se hicieran las brasas para asarlos. Qué ricos estaban recién pescados, con ese sabor tan exquisito a pescado fresco.
Cuántos recuerdos tengo, de Cádiz!!
Adela
De Roche a Punta Paloma
youtu.be/D3rg9p5sYl0
Habanera de los ojos cerrados, Pasión Vega.
youtu.be/DdhaGM_MhPM
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1 comment
Adela, la sevillana said:
Merecerá la pena que visites el sur de España, te gustará....
Un beso