Iba a escribir esto la semana pasada pero cogí frío (no se puede coger mucho más donde vivo) y yo y mi garganta hemos estado flojos hasta hoy. El tema del clima siempre es complicado en las montañas. Aquí hace frío por la noche pero más que frío suele hacer viento. Un viento horrible que no te deja dormir. Para no dejar dormir se van turnando los siguientes factores: perros, viento y gallos, a los cuales, por lo visto, les gusta empezar a cantar muchísimo antes de que amanezca.
No puedo hablar mucho aun de las maravillas de Guatemala. Solo he visto un poco la zona del lago Atitlan que es increíblemente bonita, Antigua Guatemala que sospecho que es una ciudad única en toda Guatemala y el mercado tradicional de Chichicastenango (no hay fotos de esto).
Las dos o tres primeras noches las pasé en una casa con forma de barco, propiedad de un francés que pasa todos los años algunos meses en Guatemala. Si hubiera sido la única opción para alojarme, me habría quedado en el barco, pero surgió la posibilidad de quedarme en la escuela donde estoy enseñando informática y lo preferí.
Un tema al que la gente le gusta comentar cuando viaja, es la comida. La verdad es que yo no suelo detenerme en ese punto pero esta vez lo voy a hacer. Se puede comer muy bien por un precio muy bueno en muchos sitios. Aunque por supuesto, los sitios más turísticos son más caros y no necesariamente mejores. En el día a día, como... frijoles... en el desayuno, la comida, y la cena, y a veces también en la refacción, que es la versión guatemalteca de la hora del bocadillo. Los frijoles se pueden comer en dos modalidades: cocidos y cuando no se pueden cocer más, en puré. Lo que parece un cambio no lo es. Sí, como más cosas además de frijoles pero no me preguntéis porque a estas alturas solo veo frijoles allá donde mire. Bueno, frijoles y tortillas de maíz. El tema de la bebida me ha traído de cabeza desde que salí de Ciudad de Guatemala. En muchos sitios he pedido té y me han servido la infusión que tenían a mano en ese momento. Al principio pensé que era porque no tenían otra cosa y por poner algo, me ponían eso. No. Aquí té significa infusión y mucha gente no sabe lo que es el té negro o el té verde. Al menos en las zonas rurales.
En las zonas rurales no es fácil comunicarse. Todavía no he visto indígenas que no hablen español, pero tampoco he visto indígenas que hablen bien español (me refiero al entorno rural). En muchas zonas rurales del mundo se habla de forma muy particular el idioma nacional y es algo que pasa también aquí especialmente porque no es el idioma nativo de los indígenas. Su idioma nativo, es alguno de los dialectos que derivaron del maya. Me cuesta bastante hablar con la mujer que me prepara la comida porque me da la sensación de que solo se sabe las conjugaciones del presente, pasado y futuro de indicativo. Muchas veces no la entiendo y ella no me entiende a mí. Esta mujer me preguntó que qué idioma hablamos en España. No lo digo para criticarla, ni mofarme. Solo para dar una idea del nivel cultural que tiene la gente no tan mayor por aquí. De todos modos, la pregunta me dejó perplejo porque ¿acaso no parezco un hablante nativo de castellano? Le he dado vueltas a esto. Los niños más pequeños no hacen más que preguntarme como se dice tal palabra o tal otra en inglés. Seguramente a ellos les resulta más raro mi acento que a mí el de ellos.
Por lo demás de momento las clases van bien. He tenido que poner firmes a los mayores esta semana, pero creo que han captado el mensaje de que mi clase no es una clase obligatoria. A ver si ahora que (creo que) voy a poder poner los ordenadores a mi gusto, les puedo preparar alguna cosa más entretenida.
-Marzo de 2009-
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