Mar y brisa y calor. Por fin unos días de playa tras mucho tiempo sin tenerlos.

De esos días en que te apetece ir a la playa aunque no te vayas a poner al sol. Simplemente con pasear, sentir esa brisa meciendo tus cabellos y como el sol va calentando tu piel ya te sientes otra persona.

Y entonces cierras los ojos para que sean el resto de los sentidos los que se recreen con esa sensación de bienestar, con la promesa de un verano que empieza pronto y muchas cosas por vivir.

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