Después de mucho, después de vagas leguas,
confuso de dominios, incierto de territorios,
acompañado de pobres esperanzas,
y compañías infieles, y desconfiados sueños,
amo lo tenaz que aún sobrevive en mis ojos,
oigo en mi corazón mis pasos de jinete,
muerdo el fuego dormido y la sal arruinada,
y de noche, de atmósfera obscura y luto prófugo,
aquel que vela a la orilla de los campamentos,
el viajero armado de estériles resistencias,
detenido entre sombras que crecen y alas que tiemblan,
me siento ser, y mi brazo de piedra me defiende.
Hay entre ciencias de llanto un altar confuso,
y en mi sesión de atardeceres sin perfume,
en mis abandonados dormitorios donde habita la luna,
y arañas de mi propiedad, y destrucciones que me son queridas,
adoro mi propio ser perdido, mi substancia imperfecta,
mi golpe de plata y mi pérdida eterna.
Ardió la uva húmeda, y su agua funeral
aún vacila, aún reside,
y el patrimonio estéril, y el domicilio traidor.
Quién hizo ceremonia de cenizas?
Quién amó lo perdido, quién protegió lo último?
El hueso del padre, la madera del buque muerto,
y su propio final, su misma huida,
su fuerza triste, su dios miserable?
Acecho, pues, lo inanimado y lo doliente,
y el testimonio extraño que sostengo
con eficiencia cruel y escrito en cenizas,
es la forma de olvido que prefiero,
el nombre que doy a la tierra, el valor de mis sueños,
la cantidad interminable que divido
con mis ojos de invierno, durante cada día de este mundo.
Pablo Neruda, Sonata y destrucciones
Sí, hicimos de la ausencia nuestro universo, de la distancia nuestra patria, del silencio un lenguaje, de la soledad una moneda. Trocamos la caricia por el insomnio, la piel por los sueños, el deseo por la desesperación. Sí, inventamos excusas para cada fracaso, convertimos el futuro en una quimera, intercambiamos promesas que nunca se harían realidad, compartimos planes que no acertamos a cumplir.
Sí, hicimos de la noche un delicioso tormento, una placentera tortura que se extendía en madrugadas eternas, que se alargaba en días y tardes hechos de melancolía y miedo. Sí, abrimos puentes de ternura, seguimos rutas de alegría, cruzamos mares de lágrimas, descubrimos los límites del dolor y la belleza.
Tu gran ciudad se te hizo minúscula cárcel. Mi hermosa playa, se me hizo inhóspito desierto. Nunca pude encontrarte. Nunca viniste a buscarme. Sí, te hice daño. Sí, me hiciste llorar. Sí, revivimos y reavivamos una pasión tan frágil como poderosa. Sí, convertimos mil paraísos posibles, en mil paraísos perdidos...
Sí, amor mío; sí, mi amor: tú y yo sobrevivimos al amor, como otros sobreviven a una guerra.
Buenas noches, a todos.
3 comments
Exiliada said:
Un beso, nena.
Shafir Yalon said:
Hermoso texto, Exiliada,
Sí, hay amores oximorónicos, y los hay también para-disiaco-dójicos.
https://www.ipernity.com/doc/shaggy/8337181
Y recuerda las palabras de nuestro admirado J. Browne:
"But that magic feeling never seems to last,
and while the future's there for anyone to change,
still you know it's seems
it would be easier sometimes to change the past"
Un beso, amiga.
Exiliada said:
Que ya es decir...
Sí, el amor es fácil. Lo que es intrincado y poco comprensible, es el ser humano que ama.
Buenos días, tras otra "noche infinita".
Gracias, mi amigo-Guadiana.
Un beso.