Este Tristán nunca supo porque le pusieron ese nombre en el sacramento del bautismo, ni conocia a nadie que se llamase así.
Un tio suyo que trabajaba de camarero en un restaurente de Lisboa, le decía que en Portugal conocia a dos caballeros de ese nombre, y que todos ellos eran ricos. Tristán fue a cumplir el servicio militar a León, y allí un dia en un quiosco, compró un libro "La verdadera historia de los amantesTristán e Isolda", con los enamorados muy abrazados en la portada del libro.
Al fin iba a saber quien fuera aquel Tristán cuyo nombre llevaba. Cuando llegó al final de la historia, con la muerte de ambo enamorados, Tristán derramó unas lagrimas. Y desde aquel dia pensó que andando por el mundo, encontraria una mujer llamada Isolda, y se gustarian y se harían novios y se casarían y vivirian muy felices en Chandexa de Queixa, de donde Tristán era natural. A todos sus compañeros de regimiento, le preguntaba si por casualidad había en su pueblo una muchacha llamada Isolda, no la habia. Habia alguna Isolina, pero Isolina no era lo mismo que Isolda. Tristán se dolía de no encontrar ninguna Isolda, porque si no la encontraba en una capital, menos la iba encontrar en Chandrexa, trabajando la tierra.. Un dia lo mandó llamar un sargento llamado Recuero,
-Eres tú quien anda con la manía de buscar una mujer que se llame Isolda?
-Si señor
-Púes en Venta de Baños hay una viuda de ese nombre
-Joven o vieja?
-Y yo que sé, creo que es churrera...
Tanto tenía metido en su imaginación Tristán aquella novela famosa, que no dudó que aquella Isolda de Venta de Baños fuese Joven y hermosa. En todo caso si fuese vieja, tendria una hija o sobrina que siguiese su nombre, y si era churrera como ella, podría seguir con el negocio en Ourense ó Valdeorras, donde ya darían en los bares chocolate con churros. En un permiso que se le concedío a Tristán, y con veinte duros que tenía ahorrados tomó el tren en León y se dirigió a Venta de Baños. En cuanto llegó a la estación preguntó por la churreria de Isolda. Estaba la churreria cerca de la estación. y la churrera era aquella señora que le estaba envolviendo unos churros a un señor cura. Era una viejita con el pelo blanco y hermosos ojos negros y manos muy graciosas, poniendo los churro en papel de estraza y esparciendo azúcar por encima de los churros.
Tristán dudó en hablarle o no, pero ya llevaba gastado una buena parte de sus ahorros en los billetes de ida y vuelta.
-Buenos dias, usted es la señora Isolda?
-Servidora, le respondió la vieja, sonriendole.
-Es que yo soy Tristán, y venía a conocerla.
La vieja cerró sus ojos, agarrandose a la amasadora para no caerse. Unas lagrimas le cayeron por sus mejillas.
-Tristán, Tristán, pudo decir al fin, !Toda mi juventud esperando por un joven que se llamase Tristán! y como no apareció me casé con Ismael, que era de Madrid!
Tristán, saludo militarmente, y despacio se volvió a la estación para esperar el primer tren para León. Cuando este llegó y Tristán subía al vagón de tercera, aparecio la señora Isolda, con un paquete de churros. Se los dió a Tristán y le besó la mano. No se dijeron nada.
Cosas así solo pasan en los grandes amores.
(Versión para Ipernity del cuento de Alvaro Cunqueiro "Tristán García" del libro "Os outros feirantes")
1 comment
Antinez said:
Gracias