El corazón sutil, el alma dulce como la seda, se deja acariciar, como si dos gotas de agua y la bruma de tu aliento, chocara con mi calor, provocando una fusión y chispas de texturas. La sombra de la vela, difumando el rayo de la tierra desde tus pies agarrándote a ella, con tus pasos en el olvido.
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