Y en aquellas islas, llamadas Afortunadas, quisieron los Dioses esmerarse en sus creaciones.

Y llenaron sus campos de extrañas plantas y flores, desconocidas en otras partes del mundo.

Y llenaron sus mares de hermosos peces, que saltaban entre las olas y a veces planeaban sobre ellas.

Y poblaron sus riscos de raras aves e insectos, que surcaban sus cielos.

Y quisieron ser temidos, por lo que las jalonaron de volcanes, que con grandes bramidos despertaban y con fuego abrasador moldeaban el mundo.

Y crearon a aquella mujer.

Y entonces se sintieron satisfechos.

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